Dear Connecticut residents, This week, I’ll leave office after eight years serving as your Governor. It’s been the best, hardest, most rewarding job I will ever have, and I am deeply thankful to you for allowing me to serve. I’d like to leave you with a few brief, parting thoughts about our state and my hopes for its future. While we will often disagree among ourselves about how our government should operate, or what it should seek to accomplish, always remember that our common interests and beliefs far outweigh the differences between us. We all want good schools, safe and healthy communities, well-paved roads, beautiful parks, a clean environment, and basic services for those in need. We all agree Connecticut should continue to make wise and responsible decisions in developing its budgets, particularly when it comes to paying down the debts of past generations. All of these things come at a cost to you, the taxpayer; it’s a balance we strike, a spectrum of decisions on spending and revenue that becomes our budget each year. However you feel about any given budget item, I hope you’ll remember that as a state we all generally agree that we should collectively pay for these things. Anyone who promises you something for nothing – especially your elected officials – is ignoring that basic truth, and therefore not giving you the whole story. I also hope we can continue to recognize that, time and again, the people of Connecticut have shown a deep empathy and caring for one another and all of humanity; it’s an aspiration we should appreciate and continue to foster. Collectively, we have a desire for positive social change that is a rare strength in our country, and indeed in the world. We’ve led the nation on efforts to treat people more fairly and equally in the workplace, to find homes for veterans, to welcome those seeking refuge from war and poverty around the globe, and to focus on rehabilitation rather than punishment in our criminal justice system. We’ve done many of those things across party lines. Let’s give ourselves credit for it. Let’s recognize that our compassion and our decency are defining characteristics and core strengths of who we are as a people and as a state, and let’s make sure that the world knows Connecticut for this cause and this calling. I am deeply optimistic about Connecticut’s future, and I urge you to nurture your optimism as well. As I said, we are kind and resilient people. However, we’re often too quick to criticize ourselves and our great state – faster even than our own neighbors as we compete with them to attract jobs and grow our local economy. Of course, we have problems, and no we can’t shy away from them. But recognizing our very real challenges should not mean wallowing in them – it should simply be the first step in overcoming them. In other words, we can tackle big, historic problems while also remembering what’s great about Connecticut. We are among the best-educated, healthiest, and safest people in the country. We are home to some of the most esteemed higher education and research centers in the world, in one of the most scenic states in the nation. Our economy boasts a unique cross-section of small employers and large, keeping our residents working and leading in agriculture, in insurance, in manufacturing, in bioscience, and more. It is for all these reasons that I am so thankful to be from Connecticut, and that I will be glad to call it home for the rest of my life. I hope when someone asks you where you’re from, you will say Connecticut, and you’ll say it with pride. Thank you, may God bless you, and may God bless the great state of Connecticut. Dannel P. Malloy Governor
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Carta a los ciudadanos del gobernador, ya que acepta nueva posición en Boston
Estimados residentes de Connecticut, esta semana, dejaré el cargo después de ocho años sirviendo como su gobernador. Ha sido el mejor, el más difícil y el trabajo más gratificante que tuve, y estoy profundamente agradecido por permitirme servirles. Me gustaría dejarles con unos breves pensamientos de despedida sobre nuestro estado y mis esperanzas para su futuro. Si bien a menudo estamos en desacuerdo entre nosotros sobre cómo debe funcionar nuestro gobierno, o qué debe procurar lograr, recuerden siempre que nuestros intereses y creencias comunes superan con creces las diferencias entre nosotros. Todos queremos buenas escuelas, comunidades seguras y saludables, caminos pavimentados bueno, hermosos parques, un ambiente limpio y servicios básicos para los necesitados. Todos estamos de acuerdo en que Connecticut debe seguir haciendo decisiones sabias y responsables en el desarrollo de sus presupuestos, particularmente cuando se trata de pagar las deudas de las generaciones pasadas. Todas estas cosas vienen a un costo para ustedes, el contribuyente; es un equilibrio que golpeamos, un espectro de decisiones sobre el gasto y los ingresos que se convierten en nuestro presupuesto cada año. Sin embargo como ustedes sienten, sobre cualquier artículo determinado del presupuesto, espero que ustedes recuerden, que como estado todos estamos de acuerdo generalmente, que debemos pagar colectivamente por estas cosas. Cualquiera que te promete algo para nada – especialmente tus funcionarios electos – está ignorando esa verdad básica, y por lo tanto no te da toda la historia. También espero que podamos seguir reconociendo que, una y otra vez, la gente de Connecticut ha mostrado una profunda empatía y el cuidado de los unos a los otros y toda la humanidad; es una aspiración que debemos apreciar y seguir fomentando. Colectivamente, tenemos el deseo de un cambio social positivo que es una fuerza rara en nuestro país, y de hecho en el mundo. Guiamos a la nación en los esfuerzos para tratar a las personas de maneras más justas y equitativamente en el lugar de trabajo, para encontrar hogares para veteranos, para acoger aquellos que buscan refugio de la guerra y la pobreza en todo el mundo, y para centrarse en la rehabilitación envés del castigo en nuestro sistema de justicia criminal. Hemos hecho muchas de esas cosas a través de las líneas del partido. Démonos crédito por ello. Reconozcamos que nuestra compasión y nuestra decencia están definiendo características y fortalezas fundamentales de quiénes somos como pueblo y como estado, y nos aseguramos de que el mundo conozca Connecticut por esta causa y este llamamiento. Estoy profundamente optimista sobre el futuro de Connecticut, y les insisto que le den nutrición a sus optimismos también. Como he dicho, somos personas amables y fuertes. Sin embargo, a menudo somos demasiado rápidos para criticarnos a nosotros mismos y a nuestro gran estado, más rápido incluso a nuestros propios vecinos, mientras competimos con ellos para atraer empleos y hacer crecer nuestra economía local. Por supuesto, tenemos problemas, y no podemos huir de ellos. Pero reconocer nuestros verdaderos desafíos no debería significar revolcarse en ellos, sino simplemente ser el primer paso para superarlos. En otras palabras, podemos abordar problemas históricos y grande pero también recordando lo que es genial sobre Connecticut. Estamos entre la gente mejor educada, más sana y más segura del país. Somos el hogar de algunos de los más estimados centros de educación superior y de investigación en el mundo, y en uno de los Estados más pintorescos de la nación. Nuestra economía cuenta con una sección transversal única de pequeños empleadores y grandes, manteniendo a nuestros residentes trabajando y liderando en la agricultura, en seguros, en la fabricación, en bioceánicas, y más. Es por todas estas razones que estoy tan agradecido de ser de Connecticut, y que estaré encantado de llamarlo hogar para el resto de mi vida. Espero que cuando alguien te pregunte de dónde eres, vas a decir Connecticut, y lo dirás con orgullo. Gracias, que Dios los bendiga, y que Dios bendiga al gran estado de Connecticut. Dannel P. Malloy Gobernador